Licencia Social de Operación
Toda industria que proyecta una intervención de gran
magnitud en una localidad determinada,
muestra una fuerte tendencia a buscar relaciones armónicas con las comunidades
que la circundan, más aún cuando dicha intervención involucra una inversión
multimillonaria, la utilización de recursos no renovables y la depredación de
un símbolo tan sensible a la idiosincrasia de todo un pueblo. Es así como cada
día se observan más proyectos que involucran políticas del buen vecino,
actividades enfocadas hacia el desarrollo sustentable y hacia la obtención de
la licencia social de operación.
La definición de este último concepto, el de Licencia Social
de Operación (LSO), está relacionada con el grado de aprobación que las comunidades cercanas a la operación dan a la
forma en que esta realiza sus actividades. A diferencia de las licencias
normativas, esta no se rige por ningún documento y su logro no se refleja en un
certificado.
El principal reto para las compañías consiste en aportar al
desarrollo sostenible de la comunidad mediante la generación de empleo, la
construcción de obras de infraestructura que reflejen desarrollo en la región,
la mitigación de los impactos
negativos y la maximización de los positivos; sin embargo, un reto adicional de
difícil ejecución es el de lograr que la sociedad identifique tales acciones y
las reconozca públicamente.
En este contexto, las compañías encuentran como tarea de
primera necesidad y como una virtual obligación obtener la Licencia Social de
Operación de parte de todos los vecinos a su proyecto(o al menos de la gran
mayoría). Esta necesidad está sustentada en:
a-
Valores
concretos que pueden cuantificarse monetariamente: como son las posibilidades
de todo emprendimiento de conseguir financiamiento para llevar adelante la
inversión proyectada y a su vez la gran efecto que la licencia social significa
en el sostenimiento y acrecentamiento de la cotización de sus bonos y acciones
en las distintas bolsas de valores en las que la empresa participa.
b-
En
las posibilidades prácticas para desarrollar las actividades propias del giro
industrial enmarcadas en un ambiente amigable y propicio para la realización de
las labores y obras que son necesarias para la instalación y posterior
producción.
Dicho lo anterior y reafirmando el amplio rechazo que
presenta el proyecto de Loma Negra en Pocito, narramos la siguiente experiencia
vivida en una escuela ubicada en el departamento.
Una docente, de las tantas que rechaza la localización de la
megacementera en Pocito y que apoya la defensa del Cerro, participó del acto
escolar que se realizó el pasado 12 de Junio en su establecimiento con motivo
de la conmemoración de la Fundación de San Juan (13 de Junio de 1562). En la
oportunidad fue gratamente sorprendida por los alumnos que al ingresar a las
instalaciones les entregaban a todos los asistentes al acto una escarapela que
expresa la posición que tienen frente a la terrible intervención ambiental que
proyecta Loma Negra. Hablamos de más de 200 personas (todos los asistentes)
entre alumnos, docentes y padres. Todos con su escarapela confeccionada por los
niños y acompañada por una folletería donde explican con sus palabras los
perjuicios que traería la instalación de la megacementera. Los folletos y las
escarapelas realizadas todas a mano, una a una, dibujadas y pintadas con sus lápices
de colores. Una demostración conmovedora. Un hecho que marca la conciencia de
esos niños, de sus familias y de los docentes y que los excluye de cualquier
acción “persuasiva” que pretenda realizar Loma Negra para convencer a los
vecinos que la megacementera traería los beneficios suficientes capaces de
cubrir las terribles pérdidas que produciría.
Señores de Loma Negra, señores de Camargo Correa: con el
solo apoyo discursivo de las autoridades provinciales y municipales no basta.
Para su pesar, No se puede tapar el sol con un dedo.
En Pocito no tienen Licencia Social.
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